UNA SANTA OLVIDADA
Observando la distribución de los distintos altares que tiene la Catedral del Salvador, llama la atención el que es parejo del dedicado a San Segundo, ambos de finísimo alabastro y que están situados y adosados a los anchos pilares de la parte central del crucero y de la nave mayor. Si San Segundo es el patrón de la ciudad, es decir, de primera categoría en Avila, el otro, el de la izquierda, debería ser de algún santo que fuera de categoría similar, querido y popular. Pues bien, en la mayoría de las guías turísticas dicen solamente: altar de Santa Catalina, trazado por Vasco de la Zarza, y de sus ayudantes Juan Rodríguez, Lucas Giraldo y Juan de Arévalo, terminado en 1529. La figura que preside la hornacina central, es la de una bella joven, con los elementos de su martirio, al fondo una rueda rota con cuchillos, y cogiendo con la mano derecha una larga espada, de la que ha desaparecido un gran trozo, pues debería llegar a! aire hasta la cabeza de ese ser que tiene a los pies, que simboliza la idolatría; y en la mano izquierda sostiene un libro, que nos indica se trataba de una persona letrada. De la delicadeza de la obra se ha escrito mucho, y no es cuestión de repetirlo, sino de acercarse y verlo. Las escenas que están talladas en los laterales nos cuentan su vida y su martirio, pudiendo deducir ya de quien se trata: Santa Catalina de Alejandría, mártir del s. IV, siendo emperador Maximino Daia. Así, en finísimos relieves de altísima calidad, se representan: la disputa con los filósofos a los que convirtió al cristianismo; la muerte de los mismos; un ángel visitando a la Santa en la prisión; la Santa azotada; el martirio con la rueda de cuchillos, que se rompió; y la degollación de la Santa a espada. Coronando el frente, se representa el traslado por ángeles del cuerpo de Santa Catalina al monte Sinaí. Otras figuras y adornos completan el conjunto en todo espacio libre, incluido el escudo con color del cabildo de la Catedral. La facultad de teología de París la eligió como patrona, y por extensión, lo es de todos los filósofos.
Pero no es el único sitio de la Catedral donde se manifiesta. En una de las vidrieras mas bellas que puede lucir nuestra catedral, situada en el brazo norte del crucero, hay una representación de Santa Catalina, con túnica de vivísimos colores rojo y azul, atribuida a Arnao de Flandes, hacia el 1.500. Su cara es de una dulzura y delicadeza angelical, bellísima. Obsérvenla si pueden con prismáticos.
Santa muy popular entre los siglos XIII y XVIII en todo el mundo, y también en Avila, ha caído en el olvido, pese a ¡os templos y patronazgos que aun sigan a su nombre, hasta el punto que la Iglesia, en su última reforma del calendario litúrgico y santoral, de 1969, la ha excluido, -no rechazado-, porque tal vez (¿) a veces las leyendas adornan demasiado la realidad histórica. Además, hay que dejar paso a otros santos mas actuales y mas próximos. Así, otra Catalina, la de Siena, reconocida doctora de la iglesia en 1.970 junto con Santa Teresa, con un hermanamiento o gemellaggio entre Siena y Avila, que recuerda una lápida en el atrio del Convento de la Santa, y cuya celebración se hizo por todo lo alto y honores, al menos en Siena, con representación oficial de los entonces, obispo de Avila D. Felipe Fernández Garcia y Alcalde de la ciudad D. Pedro García Burguillo. Este acercamiento, además del otro de Villenueve-sur-Lot, no debería caer también en el olvido.
martes, 6 de noviembre de 2007
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