miércoles, 26 de diciembre de 2007

¿LATINOAMERICA?

27 de enero de 2007

Después de que han pasado esos eventos del 2006, de gran éxito según el Ayuntamiento, aunque ya casi nos acordamos, así es la fragilidad humana, de la magna exposición “Las dos orillas”; y el Congreso internacional también celebrado en el Real Monasterio de Santo Tomas, que tuvo por titulo “De Ávila a La Española”, cuyas sesiones fueron impartidas por eminentes personajes internacionales conocedores del tema de la colonización española, pero vista desde allá, y que posiblemente se podrán leer y consultar en una próxima edición de la Cátedra de Santo Tomas, que editan los PP. Dominicos de Ávila. Aquellas personas decían, y está generalizado y extendido, sin que nadie se moleste por ello, llamar Latinoamérica a todo el territorio que no es la América anglosajona. Y no estando otras muchas personas conformes con el término, conviene hacer alguna explicación de esta oposición, recordando algunas cosas sabidas pero necesarias para este fin.
Colón, al servicio de España, creía que iba a las Indias, y como aquellas tierras no se parecían nada a las Indias conocidas, se las llamó al principio las Indias Occidentales, para diferenciarlas de las Indias Orientales, pero sin saber todavía claramente donde estaban tras el descubrimiento. Poco mas tarde un navegante nacido en Italia, Américo Vespucio, durante un tiempo también al servicio de España hasta su muerte en Sevilla, se dio cuenta que aquello no era parte del continente asiático, sino que eran tierras de un continente nuevo; y así lo comunicó por carta, que una vez hecho pública, un cosmógrafo alemán lo recogió y dio nombre a aquellas tierras, feminizando el nombre del primer hombre que se enteró de tal cosa, Américo, para seguir con la regla femenina de los otros continentes, Europa, África y Asia. Y así, a partir del 1507, se universalizó el nombre de América hasta nuestros días.
Aparte de las subdivisiones geográficas, como Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica (aquí nos metieron la “d” del south ingles en vez del sur español), existen las divisiones culturales, como Hispanoamérica, debido a la influencia de España o Hispania en la mayoría de los territorios americanos, desde California y Tejas hasta La Patagonia; o de Iberoamérica, si tenemos en cuenta el Brasil portugués, para referirse a los dos países influyentes de la península Ibérica. Pero Latinoamérica, ¿de donde viene? La raíz de la palabra no admite duda, latino, natural del Lacio, región de la Italia romana, origen de la lengua del Imperio, el latín, a su vez origen de las lenguas romances de toda la Europa romanizada. Y es aquí donde una vez mas los franceses impusieron su modo de ver las cosas, para no ser menos siéndolo, y los demás les seguimos como corderitos, renunciando a nuestra historia.
Fue en tiempos de Napoleón III, cuando Francia queriendo recuperar su esplendor de gran potencia imperial en todo el orbe conocido, y posiblemente para contraponerse al poder anglosajón, apoya a Maximiliano I como emperador de Méjico, y con presencia de tropas francesas, periodo que seguramente la mayoría conocerá si al menos ha visto alguna de las numerosas películas de la revolución mejicana de la época. Y fue Napoleón III y sus adláteres los que imprimieron el término Latinoamérica, para que Francia pasase a formar parte en la historia americana, con la premisa de que es uno de esos países europeos de lenguas romance, como España o Portugal. Ahí es nada.
Hemos aceptado sin rechistar una palabra que tendrá unos ciento cincuenta años de existencia, y llamamos latinos a aquellos naturales de países de clara influencia española, que serian hispanoamericanos, porque allí dejaron su cultura, su lengua y su religión los españoles, sin masacrar ni eliminar las etnias nativas, cosa que algunos no digieren bien, por comparación con lo que pasó en el norte, echando mas leña a la interesada leyenda negra, incluidos los actuales movimientos indigenistas, aunque haya luces y sombras, como en cualquier hecho histórico de enorme trascendencia, con diecinueve naciones hoy independientes, y mas de cuatrocientos millones de habitantes, cuya lengua oficial es el español; algo que no entienden los nacionalismos peninsulares excluyentes, que se empobrecerán.

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