27 de enero de 2007
Después de que han pasado esos eventos del 2006, de gran éxito según el Ayuntamiento, aunque ya casi nos acordamos, así es la fragilidad humana, de la magna exposición “Las dos orillas”; y el Congreso internacional también celebrado en el Real Monasterio de Santo Tomas, que tuvo por titulo “De Ávila a La Española”, cuyas sesiones fueron impartidas por eminentes personajes internacionales conocedores del tema de la colonización española, pero vista desde allá, y que posiblemente se podrán leer y consultar en una próxima edición de la Cátedra de Santo Tomas, que editan los PP. Dominicos de Ávila. Aquellas personas decían, y está generalizado y extendido, sin que nadie se moleste por ello, llamar Latinoamérica a todo el territorio que no es la América anglosajona. Y no estando otras muchas personas conformes con el término, conviene hacer alguna explicación de esta oposición, recordando algunas cosas sabidas pero necesarias para este fin.
Colón, al servicio de España, creía que iba a las Indias, y como aquellas tierras no se parecían nada a las Indias conocidas, se las llamó al principio las Indias Occidentales, para diferenciarlas de las Indias Orientales, pero sin saber todavía claramente donde estaban tras el descubrimiento. Poco mas tarde un navegante nacido en Italia, Américo Vespucio, durante un tiempo también al servicio de España hasta su muerte en Sevilla, se dio cuenta que aquello no era parte del continente asiático, sino que eran tierras de un continente nuevo; y así lo comunicó por carta, que una vez hecho pública, un cosmógrafo alemán lo recogió y dio nombre a aquellas tierras, feminizando el nombre del primer hombre que se enteró de tal cosa, Américo, para seguir con la regla femenina de los otros continentes, Europa, África y Asia. Y así, a partir del 1507, se universalizó el nombre de América hasta nuestros días.
Aparte de las subdivisiones geográficas, como Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica (aquí nos metieron la “d” del south ingles en vez del sur español), existen las divisiones culturales, como Hispanoamérica, debido a la influencia de España o Hispania en la mayoría de los territorios americanos, desde California y Tejas hasta La Patagonia; o de Iberoamérica, si tenemos en cuenta el Brasil portugués, para referirse a los dos países influyentes de la península Ibérica. Pero Latinoamérica, ¿de donde viene? La raíz de la palabra no admite duda, latino, natural del Lacio, región de la Italia romana, origen de la lengua del Imperio, el latín, a su vez origen de las lenguas romances de toda la Europa romanizada. Y es aquí donde una vez mas los franceses impusieron su modo de ver las cosas, para no ser menos siéndolo, y los demás les seguimos como corderitos, renunciando a nuestra historia.
Fue en tiempos de Napoleón III, cuando Francia queriendo recuperar su esplendor de gran potencia imperial en todo el orbe conocido, y posiblemente para contraponerse al poder anglosajón, apoya a Maximiliano I como emperador de Méjico, y con presencia de tropas francesas, periodo que seguramente la mayoría conocerá si al menos ha visto alguna de las numerosas películas de la revolución mejicana de la época. Y fue Napoleón III y sus adláteres los que imprimieron el término Latinoamérica, para que Francia pasase a formar parte en la historia americana, con la premisa de que es uno de esos países europeos de lenguas romance, como España o Portugal. Ahí es nada.
Hemos aceptado sin rechistar una palabra que tendrá unos ciento cincuenta años de existencia, y llamamos latinos a aquellos naturales de países de clara influencia española, que serian hispanoamericanos, porque allí dejaron su cultura, su lengua y su religión los españoles, sin masacrar ni eliminar las etnias nativas, cosa que algunos no digieren bien, por comparación con lo que pasó en el norte, echando mas leña a la interesada leyenda negra, incluidos los actuales movimientos indigenistas, aunque haya luces y sombras, como en cualquier hecho histórico de enorme trascendencia, con diecinueve naciones hoy independientes, y mas de cuatrocientos millones de habitantes, cuya lengua oficial es el español; algo que no entienden los nacionalismos peninsulares excluyentes, que se empobrecerán.
miércoles, 26 de diciembre de 2007
viernes, 14 de diciembre de 2007
ALFONSO DE MONTALVO
Ávila, 19 de septiembre de 2005
En Ávila tenemos una calle con este nombre, que parte de la Plaza de Santa Ana, y termina al final del Paseo de San Roque, frente a la bajada a Santo Tomas por calle Madrigal de las Altas Torres. La mayoría seguramente ignore quien fue este personaje, que pudo ser un alcalde, un político, un militar, o un deportista autóctono, y que méritos hizo para que así se le reconozca. Les recuerdo que fue uno de los grandes juristas y hombre de leyes y de derecho de España, cuando España era España en todo el ancho mundo bajo la corona de los Reyes de Castilla y Aragón, los Reyes Católicos. Pero basta que se refiera a esta época, cuando Castilla era el centro del mundo, para que los periféricos peninsulares se sientan absurdamente empequeñecidos y ahora sean revanchistas y reclamen deudas históricas, sin saber los demás que les debemos; y mucho menos vayan a acordarse de ese personaje.
Este año se cumple el sexto centenario de su nacimiento en Arévalo, del gran compilador de las Leyes del reino de España. De vida longeva, pues murió a los noventa y cuatro años, por lo que dio tiempo a que se aprovecharan de su saber los reyes Juan II, Enrique IV y la gran reina Isabel I. Los juristas e historiadores saben el valor de su trabajo que puso en orden las leyes y el estado de derecho en el siglo XV, en los territorios hispánicos; suyas son las Ordenanzas Reales de Castilla (llamadas también Ordenamiento de Montalvo); y otras obras glosadas por él como el Fuero Real de España, o Las Siete Partidas
Por encontrarnos en plena euforia de las tres culturas, y en especial de lo que nos afecta de la presencia judía, trascribo unos datos encontrados por ahí, de una intervención como jurista en una disputa teológica y legal, sobre los Estatutos de Limpieza de Sangre, según los cuales se impedía a los conversos y a sus descendientes ocupar cargos en cualquier institución civil, militar o religiosa; hoy diríamos que eran racistas, pues dependían del origen de la persona y no de delito alguno. No podemos dejar de decir que a estos Estatutos se opusieron los Reyes y el Papa por ser discriminatorios, habiendo surgido de algunas instituciones religiosas y universitarias como estatutos particulares. Montalvo argumentaba que estos estatutos tendían a hacer infieles a los cristianos fieles cuando estos eran excluidos de puestos en la función pública o en la iglesia. Que los judíos y los gentiles eran igualmente culpables en la pasión de Cristo, unos por haberle acusado injustamente, los otros por haberle condenado. Que todo aquel que se ha bautizado en Cristo, se ha revestido en Cristo y ya no hay mas judío ni gentil.
Como es frecuentísimo nos llega recortado su nombre completo, pues hay tendencia a eliminar los apellidos corrientes y vulgares para dejar el mas original o menos conocido. Por ejemplo nuestro Berruguete del retablo de la catedral, se llamaba Pedro González Berruguete. Por no irnos tan lejos, a nuestro presidente del Gobierno José Luís Rodríguez Zapatero, muchos le llaman simplemente Zapatero, acordándose de su madre. Pues bien, el nombre completo de nuestro personaje era Alonso Díaz de Montalvo. De paso recuerdo al Ayuntamiento que la calle rotulada simplemente Málaga en Las Hervencias, como todas las de aquella zona donde se dio nombres de personajes conocidos abulenses, se puso en recuerdo del abogado polifacético y gran humanista Don Juan Gómez Málaga.
Ustedes seguramente saben, y si no se lo cuento yo que, apellidos corrientes y vulgares, como Pérez, García o Gómez, son de lo mas antiguo y no tienen que envidiar a ningún otro rimbombante, pues nada menos que tuvieron su origen al comienzo de los tiempos en el Paraíso terrenal, cuando a nuestros primeros padres, después de comer del árbol prohibido, les dijo Dios con su dedo acusador: Por Goméz de esa fruta, Pérezseras. Adán se lo tomó a broma, y riéndose contestó: ¡Ay que García me ha hecho!
Nombres y apellidos los dieron nuestros padres, igual que la vida; habrá cambios por motivos justificados o caprichosos, o que nos quieran reconocer de otra manera; pero a la verdad y a la historia no se las debe mutilar.
En Ávila tenemos una calle con este nombre, que parte de la Plaza de Santa Ana, y termina al final del Paseo de San Roque, frente a la bajada a Santo Tomas por calle Madrigal de las Altas Torres. La mayoría seguramente ignore quien fue este personaje, que pudo ser un alcalde, un político, un militar, o un deportista autóctono, y que méritos hizo para que así se le reconozca. Les recuerdo que fue uno de los grandes juristas y hombre de leyes y de derecho de España, cuando España era España en todo el ancho mundo bajo la corona de los Reyes de Castilla y Aragón, los Reyes Católicos. Pero basta que se refiera a esta época, cuando Castilla era el centro del mundo, para que los periféricos peninsulares se sientan absurdamente empequeñecidos y ahora sean revanchistas y reclamen deudas históricas, sin saber los demás que les debemos; y mucho menos vayan a acordarse de ese personaje.
Este año se cumple el sexto centenario de su nacimiento en Arévalo, del gran compilador de las Leyes del reino de España. De vida longeva, pues murió a los noventa y cuatro años, por lo que dio tiempo a que se aprovecharan de su saber los reyes Juan II, Enrique IV y la gran reina Isabel I. Los juristas e historiadores saben el valor de su trabajo que puso en orden las leyes y el estado de derecho en el siglo XV, en los territorios hispánicos; suyas son las Ordenanzas Reales de Castilla (llamadas también Ordenamiento de Montalvo); y otras obras glosadas por él como el Fuero Real de España, o Las Siete Partidas
Por encontrarnos en plena euforia de las tres culturas, y en especial de lo que nos afecta de la presencia judía, trascribo unos datos encontrados por ahí, de una intervención como jurista en una disputa teológica y legal, sobre los Estatutos de Limpieza de Sangre, según los cuales se impedía a los conversos y a sus descendientes ocupar cargos en cualquier institución civil, militar o religiosa; hoy diríamos que eran racistas, pues dependían del origen de la persona y no de delito alguno. No podemos dejar de decir que a estos Estatutos se opusieron los Reyes y el Papa por ser discriminatorios, habiendo surgido de algunas instituciones religiosas y universitarias como estatutos particulares. Montalvo argumentaba que estos estatutos tendían a hacer infieles a los cristianos fieles cuando estos eran excluidos de puestos en la función pública o en la iglesia. Que los judíos y los gentiles eran igualmente culpables en la pasión de Cristo, unos por haberle acusado injustamente, los otros por haberle condenado. Que todo aquel que se ha bautizado en Cristo, se ha revestido en Cristo y ya no hay mas judío ni gentil.
Como es frecuentísimo nos llega recortado su nombre completo, pues hay tendencia a eliminar los apellidos corrientes y vulgares para dejar el mas original o menos conocido. Por ejemplo nuestro Berruguete del retablo de la catedral, se llamaba Pedro González Berruguete. Por no irnos tan lejos, a nuestro presidente del Gobierno José Luís Rodríguez Zapatero, muchos le llaman simplemente Zapatero, acordándose de su madre. Pues bien, el nombre completo de nuestro personaje era Alonso Díaz de Montalvo. De paso recuerdo al Ayuntamiento que la calle rotulada simplemente Málaga en Las Hervencias, como todas las de aquella zona donde se dio nombres de personajes conocidos abulenses, se puso en recuerdo del abogado polifacético y gran humanista Don Juan Gómez Málaga.
Ustedes seguramente saben, y si no se lo cuento yo que, apellidos corrientes y vulgares, como Pérez, García o Gómez, son de lo mas antiguo y no tienen que envidiar a ningún otro rimbombante, pues nada menos que tuvieron su origen al comienzo de los tiempos en el Paraíso terrenal, cuando a nuestros primeros padres, después de comer del árbol prohibido, les dijo Dios con su dedo acusador: Por Goméz de esa fruta, Pérezseras. Adán se lo tomó a broma, y riéndose contestó: ¡Ay que García me ha hecho!
Nombres y apellidos los dieron nuestros padres, igual que la vida; habrá cambios por motivos justificados o caprichosos, o que nos quieran reconocer de otra manera; pero a la verdad y a la historia no se las debe mutilar.
lunes, 10 de diciembre de 2007
BLA, BLA, BLA, BLA
Ávila, 16 de agosto de 2005
¡Ay como me estiro! Pero que gustirrinin. Y ¿de que hablamos hoy? ¿de temas de actualidad? ¿de cosas varias? ¿de cosas de la catedral? ¿de cosas de Zapatero, de la Junta, del Ayuntamiento, del Obispo, de Moneo? Y que mas da, porque todo es bla, bla, bla. Cuidado que hablamos, o escribimos cantidad, ¿para que? Seguro que algunos viven de esto, que ya es un fin; otros lo harán o hacemos por distracción o como escape de otras cosas; tal vez porque se piense que se dicen cosas muy interesantes para que se enteren los demás; y algunos pocos, la verdad, mira que hablan y escriben bien, cosas preciosas o valiosas, no se si cobrando poco o mucho o nada, o solo por el placer de escribir o de hablar, porque tienen que sacarlo fuera de su alma y de su cabeza. Pero la mayoría es bla, bla, bla, bla.
Tertulias, cotarros, mesas redondas, simposios, conferencias, charlas, corrillos, casinos, academias, reuniones, congresos, reboticas (bueno, esto los de menos de cincuenta años ni les suena), coloquios, sobremesas, mítines, parlamentos con mayúscula y minúscula, cortes y senados, concilios; en la calle, en portales, en terrazas de los bares, en salones mas o menos impresionantes, con moqueta, con mármoles, con oropeles o con vulgares baldosas, y mas, y mas, y todo bla, bla, bla, bla. Y no me meto con las televisiones públicas, privadas y mediopensionistas, porque a esas hay que darlas de comer aparte, y más bla, bla, bla, bla. Editoriales, columnas de periódicos, revistas de todos los colores, folletos, propagandas quieras o no quieras, novelas, libros a granel (incluidas las memorias de todo pichichi, que seguro sirven para nivelar alguna mesa), y mas bla, bla, bla.
Pasando el otro día por el Grande, y entre las maquetas de San Pedro y la muralla ves nada mas y nada menos a los edificios de Moneo que te llenan los ojos y se salen, y me acordé, no se por que, de una anécdota que atribuyen al gran arquitecto norteamericano contemporáneo, ya fallecido, Frank Lloyd Wright, el diseñador del Museo Guggenheim de Nueva York, el genuino, pues los otros como el de Bilbao son simples sucursales. Admiro a Moneo en sus grandes obras y nunca he entendido porque vino a hacer esto a Ávila; pues bien, decía el maestro Wright: ”el médico entierra sus errores, pero el arquitecto solo puede recomendar que planten enredaderas”; y yo, razonando como un tonto, pensaba, enredaderas es difícil que se puedan plantar aquí, además los edificios son demasiado altos. Entonces ¿Qué hacemos? Pues nada, tomar buena ración de la pócima española, ajo y agua.
Y bla, bla, bla, venga a arreglar el mundo, el lejano o el mas cercano, pero todo queda en bla, bla, bla. Y esto ya lo decía muy clarito el apóstol Santiago, mas o menos, que a las palabras deben seguir las obras, porque solo palabras son un ruido de bla, bla, bla. Pero, ¿Qué le queda a un pobre si además se le quita la palabra? Pues habla, di, comenta, no te calles, señala errores, defectos, expón soluciones, pero escucha a otros, no a los que mas chillen su bla, bla, bla, piensa, razona, actúa si puedes, también habla de cosas buenas o intrascendentes. Hay temas que deberían ir a los juzgados, pero a veces se duda porque estos tampoco es que estén muy finos, y no sabes por donde te van a salir. Pues ¡vamos a hablar, hablar, hablar! aunque de aquí salga por reducción ese peyorativo bla, bla, bla, porque somos seres humanos y esa es nuestra gran diferencia con los animales (insisto, aunque lo digan los ministros/as, no se dice persona humana que tiene una connotación religiosa por aquello de la existencia a la vez de una persona divina, pero esto no viene a cuento ahora, bla, bla, bla).
Nadie hace caso a lo que se dice o habla, y los listos saben muy bien que los simples bla, bla, bla, se perderán en el tiempo y aquí no ha pasado nada. Y como decía la canción, también poco mas o menos, las palabras son aire y van al aire, las lágrimas son agua y van al mar, y solo quedara la palabra escrita, y en algún momento alguien husmeando en las hemerotecas se acordara de ti. Bla, bla, bla, bla.
¡Ay como me estiro! Pero que gustirrinin. Y ¿de que hablamos hoy? ¿de temas de actualidad? ¿de cosas varias? ¿de cosas de la catedral? ¿de cosas de Zapatero, de la Junta, del Ayuntamiento, del Obispo, de Moneo? Y que mas da, porque todo es bla, bla, bla. Cuidado que hablamos, o escribimos cantidad, ¿para que? Seguro que algunos viven de esto, que ya es un fin; otros lo harán o hacemos por distracción o como escape de otras cosas; tal vez porque se piense que se dicen cosas muy interesantes para que se enteren los demás; y algunos pocos, la verdad, mira que hablan y escriben bien, cosas preciosas o valiosas, no se si cobrando poco o mucho o nada, o solo por el placer de escribir o de hablar, porque tienen que sacarlo fuera de su alma y de su cabeza. Pero la mayoría es bla, bla, bla, bla.
Tertulias, cotarros, mesas redondas, simposios, conferencias, charlas, corrillos, casinos, academias, reuniones, congresos, reboticas (bueno, esto los de menos de cincuenta años ni les suena), coloquios, sobremesas, mítines, parlamentos con mayúscula y minúscula, cortes y senados, concilios; en la calle, en portales, en terrazas de los bares, en salones mas o menos impresionantes, con moqueta, con mármoles, con oropeles o con vulgares baldosas, y mas, y mas, y todo bla, bla, bla, bla. Y no me meto con las televisiones públicas, privadas y mediopensionistas, porque a esas hay que darlas de comer aparte, y más bla, bla, bla, bla. Editoriales, columnas de periódicos, revistas de todos los colores, folletos, propagandas quieras o no quieras, novelas, libros a granel (incluidas las memorias de todo pichichi, que seguro sirven para nivelar alguna mesa), y mas bla, bla, bla.
Pasando el otro día por el Grande, y entre las maquetas de San Pedro y la muralla ves nada mas y nada menos a los edificios de Moneo que te llenan los ojos y se salen, y me acordé, no se por que, de una anécdota que atribuyen al gran arquitecto norteamericano contemporáneo, ya fallecido, Frank Lloyd Wright, el diseñador del Museo Guggenheim de Nueva York, el genuino, pues los otros como el de Bilbao son simples sucursales. Admiro a Moneo en sus grandes obras y nunca he entendido porque vino a hacer esto a Ávila; pues bien, decía el maestro Wright: ”el médico entierra sus errores, pero el arquitecto solo puede recomendar que planten enredaderas”; y yo, razonando como un tonto, pensaba, enredaderas es difícil que se puedan plantar aquí, además los edificios son demasiado altos. Entonces ¿Qué hacemos? Pues nada, tomar buena ración de la pócima española, ajo y agua.
Y bla, bla, bla, venga a arreglar el mundo, el lejano o el mas cercano, pero todo queda en bla, bla, bla. Y esto ya lo decía muy clarito el apóstol Santiago, mas o menos, que a las palabras deben seguir las obras, porque solo palabras son un ruido de bla, bla, bla. Pero, ¿Qué le queda a un pobre si además se le quita la palabra? Pues habla, di, comenta, no te calles, señala errores, defectos, expón soluciones, pero escucha a otros, no a los que mas chillen su bla, bla, bla, piensa, razona, actúa si puedes, también habla de cosas buenas o intrascendentes. Hay temas que deberían ir a los juzgados, pero a veces se duda porque estos tampoco es que estén muy finos, y no sabes por donde te van a salir. Pues ¡vamos a hablar, hablar, hablar! aunque de aquí salga por reducción ese peyorativo bla, bla, bla, porque somos seres humanos y esa es nuestra gran diferencia con los animales (insisto, aunque lo digan los ministros/as, no se dice persona humana que tiene una connotación religiosa por aquello de la existencia a la vez de una persona divina, pero esto no viene a cuento ahora, bla, bla, bla).
Nadie hace caso a lo que se dice o habla, y los listos saben muy bien que los simples bla, bla, bla, se perderán en el tiempo y aquí no ha pasado nada. Y como decía la canción, también poco mas o menos, las palabras son aire y van al aire, las lágrimas son agua y van al mar, y solo quedara la palabra escrita, y en algún momento alguien husmeando en las hemerotecas se acordara de ti. Bla, bla, bla, bla.
lunes, 3 de diciembre de 2007
LO NEUTRO NO EXISTE
02 de agosto de 2005
Dicho así con esta rotundidad, exige alguna explicación. Pero lo primero, como buena praxis para no despistar al que siga leyendo, es exponer el tema y su por qué. Usamos mucho esta palabra, neutro, como sustantivo, o neutral como adjetivo, o sus similares, indiferente, indeterminado, ambiguo, indefinido, indistinto, ni una cosa ni otra, ni positivo ni negativo, ni hombre ni mujer, ni de derechas ni de izquierdas, ni blanco ni negro, ni ácido ni básico; ni religioso ni laicista, etc., etc.
No haría falta indicar cosas a las que aplicaríamos este término, pero muchos temas de actualidad nos hacen entrar en su significado, porque bajo una palabra, una más de nuestro idioma, se puede encerrar alguna aviesa intención. Puede ser blanco y puede ser negro, pero también puede ser gris, que no es ni blanco ni negro, sino gris; puede estar frío o caliente o templado. Puede ser creyente, y puede ser agnóstico, incluso ateo, pero se es creyente, agnóstico o ateo. Se puede ser religioso y se puede ser laicista. Se puede ser positivo y negativo, alegre y triste, guapo y feo, mudo y parlanchín, sabio o ignorante o tonto, rico o pobre o clase media, patrono u obrero. Se puede ser una cosa, o la contraria u otra distinta. Se puede ser algo; lo que no se puede es no ser nada, un vacío a rellenar. Por que se es o se llega a una de estas situaciones es algo que se me escapa. Unos lo llaman destino, hado, predestinación, fario, suerte, esfuerzo, sino, providencia, fatalidad, azar, la voluntad de Dios. Podemos llegar a una cualquiera de esas situaciones por voluntad propia, pero a veces también se llega por imposición. Para lo primero es necesaria la libertad del individuo; para la segunda la fuerza, la coerción del que manda.
Hoy tenemos un tema de actualidad, que no es uno mas entre tantos que nos disgustan o nos repelen, unos que ya se ven y otros que podríamos llegar a ver: los matrimonios entre homosexuales, error político y social, cuando los derechos individuales se podrían haber reconocido sin confundir e igualar lo normal con lo anormal; una España que puede saltar en mil pedazos, por egoísmos, por dejadez, por sentimientos pueblerinos, por desconocer la historia; unas iglesias que son mas nacionalistas que católicas (universales), porque lo humano llega a pesar mas que lo divino. Pero el que deberíamos sentir como tema grave y prioritario, porque ahí esta el futuro, es la formación de seres vacíos, mejor dicho, la deformación del ser humano a través de la educación, y porque el fantasma de las profecías de Huxley vuelve a rondar sobre la humanidad, y concretamente sobre este territorio.
Una nueva ley de educación va a ser impuesta, porque así son las leyes. No importa como se haya gestado; es una ley, y punto. Detrás o delante de esta ley está la idea estatalista de la escuela única y laica, que el paternalista Estado da a sus súbditos porque cree que es lo que mas les conviene. Referente a “única” me viene a la memoria aquel chascarrillo de épocas pretéritas, cuando en las monedas constaba aquello de España “una, grande y libre”; y un paisano preguntaba a otro: ¿sabes porque pone una? Y el otro respondía: porque si hubiera otra me iba a la otra. Pero lo de laica, que traducen por neutra, con la aparente buena intención de que así no hay adoctrinamiento ninguno porque no hay instrucción religiosa; y no confundir con catequesis, que es otra cosa. Aparte de los contenidos técnicos de la ley, que lo discutirán los especialistas, esta ley no es neutra, pues para no ser algo, no consiste en no ser nada, un vacío a rellenar mas tarde, sino que se es ya algo, en este caso, laico, irreligioso, tal vez ateo; incluso puede llegar a ser anticristiano. Habría que recordar una vez mas que los hijos no son del Estado, sino de sus padres, los cuales, desde el amor de una familia, les dan lo que mejor quieren para ellos. Y la neutralidad es una trampa en la que no se debe caer, porque lo neutro no existe. La opción a elegir en igualdad en algo tan fundamental, es un derecho que no se puede abandonar ni delegar en un Estado que no es nadie frente a los derechos de los padres. Los votos en esta democracia imperfecta, no legitiman para imponer todo lo que quieran los gobernantes y su ideología. Lo de neutro suena casi a insulto, y seria tristísimo decir a un niño: Chico, eres un neutro.
Dicho así con esta rotundidad, exige alguna explicación. Pero lo primero, como buena praxis para no despistar al que siga leyendo, es exponer el tema y su por qué. Usamos mucho esta palabra, neutro, como sustantivo, o neutral como adjetivo, o sus similares, indiferente, indeterminado, ambiguo, indefinido, indistinto, ni una cosa ni otra, ni positivo ni negativo, ni hombre ni mujer, ni de derechas ni de izquierdas, ni blanco ni negro, ni ácido ni básico; ni religioso ni laicista, etc., etc.
No haría falta indicar cosas a las que aplicaríamos este término, pero muchos temas de actualidad nos hacen entrar en su significado, porque bajo una palabra, una más de nuestro idioma, se puede encerrar alguna aviesa intención. Puede ser blanco y puede ser negro, pero también puede ser gris, que no es ni blanco ni negro, sino gris; puede estar frío o caliente o templado. Puede ser creyente, y puede ser agnóstico, incluso ateo, pero se es creyente, agnóstico o ateo. Se puede ser religioso y se puede ser laicista. Se puede ser positivo y negativo, alegre y triste, guapo y feo, mudo y parlanchín, sabio o ignorante o tonto, rico o pobre o clase media, patrono u obrero. Se puede ser una cosa, o la contraria u otra distinta. Se puede ser algo; lo que no se puede es no ser nada, un vacío a rellenar. Por que se es o se llega a una de estas situaciones es algo que se me escapa. Unos lo llaman destino, hado, predestinación, fario, suerte, esfuerzo, sino, providencia, fatalidad, azar, la voluntad de Dios. Podemos llegar a una cualquiera de esas situaciones por voluntad propia, pero a veces también se llega por imposición. Para lo primero es necesaria la libertad del individuo; para la segunda la fuerza, la coerción del que manda.
Hoy tenemos un tema de actualidad, que no es uno mas entre tantos que nos disgustan o nos repelen, unos que ya se ven y otros que podríamos llegar a ver: los matrimonios entre homosexuales, error político y social, cuando los derechos individuales se podrían haber reconocido sin confundir e igualar lo normal con lo anormal; una España que puede saltar en mil pedazos, por egoísmos, por dejadez, por sentimientos pueblerinos, por desconocer la historia; unas iglesias que son mas nacionalistas que católicas (universales), porque lo humano llega a pesar mas que lo divino. Pero el que deberíamos sentir como tema grave y prioritario, porque ahí esta el futuro, es la formación de seres vacíos, mejor dicho, la deformación del ser humano a través de la educación, y porque el fantasma de las profecías de Huxley vuelve a rondar sobre la humanidad, y concretamente sobre este territorio.
Una nueva ley de educación va a ser impuesta, porque así son las leyes. No importa como se haya gestado; es una ley, y punto. Detrás o delante de esta ley está la idea estatalista de la escuela única y laica, que el paternalista Estado da a sus súbditos porque cree que es lo que mas les conviene. Referente a “única” me viene a la memoria aquel chascarrillo de épocas pretéritas, cuando en las monedas constaba aquello de España “una, grande y libre”; y un paisano preguntaba a otro: ¿sabes porque pone una? Y el otro respondía: porque si hubiera otra me iba a la otra. Pero lo de laica, que traducen por neutra, con la aparente buena intención de que así no hay adoctrinamiento ninguno porque no hay instrucción religiosa; y no confundir con catequesis, que es otra cosa. Aparte de los contenidos técnicos de la ley, que lo discutirán los especialistas, esta ley no es neutra, pues para no ser algo, no consiste en no ser nada, un vacío a rellenar mas tarde, sino que se es ya algo, en este caso, laico, irreligioso, tal vez ateo; incluso puede llegar a ser anticristiano. Habría que recordar una vez mas que los hijos no son del Estado, sino de sus padres, los cuales, desde el amor de una familia, les dan lo que mejor quieren para ellos. Y la neutralidad es una trampa en la que no se debe caer, porque lo neutro no existe. La opción a elegir en igualdad en algo tan fundamental, es un derecho que no se puede abandonar ni delegar en un Estado que no es nadie frente a los derechos de los padres. Los votos en esta democracia imperfecta, no legitiman para imponer todo lo que quieran los gobernantes y su ideología. Lo de neutro suena casi a insulto, y seria tristísimo decir a un niño: Chico, eres un neutro.
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