martes, 2 de octubre de 2007

PESADILLA EN TRES ACTOS

Ávila, 15 de enero de 2.004

Me desperté bañado en un sudor frío; lo que no había conseguido aquella película de fantasmas, muertos y crímenes horrorosos, las imágenes de ese anuncio comercial, de un hombrecito en la consulta de un psiquiatra, hundido en un sillón diciendo: ¡no soy nadie, doctor! ¡no soy nadie!, me habían producido un terror inmenso. Di un salto de la cama y corriendo fui al baño, miré al espejo y me vi; me pegué un pellizco y me sentí; volé a la chaqueta, saqué el DNI, y leí: Juan Núñez Zancajo, nacido en Albiña, el 28-02-1975, hijo de Juan y Maria, domiciliado en calle Libreros, 88, de Madrid. Creí que eran pruebas mas que suficientes para decirme sonriente: ¡albricias! existo, soy alguien, todo era un mal sueño. Eran las cuatro de la madrugada, y volví a las sabanas aun calentitas a reanudar el sueño interrumpido.
En la somnolencia, intentaba completar mis datos existenciales, como los antiguos carnés, donde todo el mundo era algo: estudiante, bombero, jubilado, ama de casa o sus labores, cosas que no ofendían a nadie, pero lo habían suprimido vete a saber por que. Así completé mentalmente, que era soltero, pero comprometido seriamente, ¡que guapa y buena chica era Mari Luz!; y profesor de literatura inglesa. Y de repente, como un fogonazo, me vino al subconsciente, porque el sueño reanudado no daba para mas, la obra de Huxley Un mundo feliz, y sobre todo aquel prólogo, que me lo aprendí para poder comentarlo con mis alumnos: “Un estado totalitario realmente eficaz seria aquel en que los jefes políticos todopoderosos y su ejercito de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuera necesario ejercer coerción alguna porque éstos, amarían su servidumbre” Me revolví inquieto de un lado para otro, sudaba, me resistía, pero el sopor me mantenía con los ojos cerrados, aunque la mente daba vueltas y vueltas. Mezclaba datos reales, recuerdos, ficción, imaginación, y otros abstractos incontrolados, y aquello me desasosegaba, porque era terrible la visión, la mía viéndome espectador y a la vez actor de ese mundo ¿feliz? Las caras de aquellos seres eran bobaliconas, se arrastraban de un lugar para otro, comían, bebían, hacían cosas, pero no tenían sentimientos, no pensaban; otros lo hacían por ellos, y además les daban lo que necesitaban para esa vida anodina, sin mas exigencias. La visión se interrumpió, y me vi sentado en la cama, respirando entrecortadamente.
Ya no podía dormir, maldormir, ni un minuto mas. Me levanté, tomé una ducha, mientras el café se calentaba. Puse la radio: Accidente de tráfico, ocho muertos, sin nombres, sin datos de sus vidas truncadas. Maremoto en la India, doscientos mil muertos, dato frío, lejano, no me corta el desayuno. Rebajas en los grandes almacenes, vacaciones en las islas del Paraíso casi gratis, los créditos y las hipotecas han bajado, facilidades para la compra de su piso ideal. ¡no es posible aguantar tanta felicidad! Se anuncian elecciones políticas, piden el voto, mi voto que es un número mas en el censo, un número a sumar a otros mas, para que deposite toda mi confianza en un solo acto y te hacen creer que eres muy importante, porque ellos te quieren y saben lo que te conviene para que seas mas feliz. Apago la radio, me pongo el abrigo y me voy del piso. Hoy parece ser que va a llover o tal vez no, ¡que más da! Otro día donde me esperan sesenta alumnos numerados del uno al sesenta ¿debería conocerles mas?; cojo el teléfono móvil nº 366770099, abajo me espera mi coche DHP 5555, comeré el plato nº 8 en el comedor, miraré la lista de las oposiciones con 15427 candidatos; tal vez vaya al cine, a la película recomendada, con bol de palomitas, cocacola y sello de control en la mano y marcaje como res, como todos. En fin, un día feliz.
Al lado de la puerta tengo un azulejo sin muchas pretensiones, que dice: Dios guarde cada rincón de esta casa. Si alguien en quien creo no me hubiera dicho de verdad que soy importante para él, el mundo feliz de Huxley que avanza sin parar, crearía en mi una pesadilla permanente y una angustia vital inaguantable. Y yo me resisto, porque en el fondo soy un ácrata.

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