jueves, 4 de octubre de 2007

MONEO Y EL EDIFICIO DEL GRANDE

Ávila, 25 de enero de 2.005
Creía que a esta columna solamente llegaban artículos directamente enviados por sus autores, y no copia de artículos publicados en otros medios, como el que hemos leído hace pocos días titulado “Moneo en Ávila”, del arquitecto Juan Ignacio Mera, profesor de proyectos en la ETSA de Madrid y vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, y publicado en la Revista Arquitectura. No entro en las razones para que así sea, ni me interesan, aunque alguna habrá. Y retomo su último párrafo, como dice no es para insultar ni para adular, sino solamente para comentar en tono agridulce, no intentando abrir polémica que en cualquier caso no seguiré.
Los arquitectos modestos no comentan las obras de los grandes maestros, lo cual no quita que se hagan su composición critica de lo que ven, aunque el respeto a los grandes gurús de la arquitectura les postre en el mas absoluto silencio de critica pública; y tal vez sea mas fácil comentar los comentarios, como el ya aludido. El hecho de que el profesor Mera lo sea de proyectos, no es suficiente para hacer que guste uno determinado que a él le parece bien; y mucho menos el añadido de pertenecer a la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de de Arquitectos de Madrid, órgano de tipo administrativo colegial en Madrid, y cuyo criterio en materia opinable es personal y no representa el sentir de todo un colectivo, que afortunadamente puede tener opiniones diversas.
Rafael Moneo, es sin duda uno de los grandes arquitectos contemporáneos y además español, de Tudela. Yo tuve un primer contacto con su obra viendo el Museo de Arte Romano, en Mérida, terminada ahora hace veinte años (1985), al que le llegó de rebote ya iniciada por otro, asumiéndola con la condición de que nadie iba a meter las narices ni a presionarle, cosa que solamente él y algún otro como Gaudí, han podido hacer. Y el caso del edificio del Mercado Grande o Plaza de Santa Teresa, me temo que no ha sido así, habiendo estado condicionado por poderes mediáticos, la entidad de ahorro encargante, que voluntariamente quería dejar un regalo de calidad a Ávila, por lo que buscó al mejor arquitecto que le pareció, y tal vez los poderes políticos municipales; y la obligada Comisión Territorial de Patrimonio Cultural, que fue quien decidió el material con que había de chaparse las fachadas. Que hubo un abuso, todo legal por supuesto, esta demostrado respecto a las alturas que los edificios anteriores tenían, cuando la rasante de medición es la de la nueva plaza y no la de la calle inferior antigua. La entidad económica, que guardó celosamente en su caja fuerte el proyecto hasta que se resolvió la ordenación general de la totalidad de la Plaza, lógicamente buscaba la máxima rentabilidad, que sin presionar al autor, seria la que la ordenanza municipal permitiese; y para el Alcalde de turno, colaterales y técnicos, constituía un triunfo urbanístico, no se si buscando rentabilidad política. Y así Moneo, y su equipo multidisciplinar, hicieron “su edificio”. Este proyecto magistral, dejó en el olvido un anterior concurso de ideas de ordenación de la Plaza, que promovió el Colegio de Arquitectos de Ávila, y que estuvo expuesto públicamente en la sede del Servicio Territorial de Cultura, que con ideas interesantes, fue muy poco valorado por venir de quienes eran sus autores, modestos arquitectos locales que no pasaran a la historia.
Rafael Moneo tiene bien ganada su fama, cuyo último reconocimiento ha sido su entrada en la Real Academia de Bellas Artes, el pasado día 16 de enero, con un interesante discurso sobre la defensa de la arbitrariedad, del que destaco lo siguiente: “no hay que sorprenderse de que la arbitrariedad haya dado de nuevo muestras de presencia. Se trata de una clásica reacción a las normas, que cuando las libertades individuales prevalecen, se debilitan”.
Entre sus mas de sesenta obras importantes en todo el mundo, en España la gozan o sufren Santander, Bilbao, San Sebastián, Estella, Pamplona, Tudela, Logroño, Zaragoza, Barcelona, Tarragona, Palma de Mallorca Madrid, Valladolid, Toledo, Mérida, Don Benito, Murcia, Jaén, Córdoba, Sevilla, y también Ávila, que podrá presumir de tener “un Moneo”. Y solamente de una ha pedido perdón y disculpas, que ha sido el aeropuerto de Sevilla. Al edificio del Grande nos acostumbraremos, igual que el Cabildo de la Catedral se ha acostumbrado a sus lámparas.

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