Hoy, y en dias anteriores, el DIARIO DE AVILA vuelve a recordar un tema: las obras que se hicieron en el presbiterio de la Catedral de Avila, y la sentencia judicial diciendo que aquello hay que levantarlo, dando la razon a la Real Academia de la Historia. No obstante, parece ser que, sin entrar en la resolucion judicial, el Alto Tribunal de Justicia de Castilla y León, remite a un buen entendimiento entre la Consejeria de Cultura de la Junta de C. y L. y el Cabildo de la Catedral, para ver como se hacen las cosas, y sin dar entrada a lo que pudiera decir la Academia, lo que les ha causado cierto enfado.
Asi estan las cosas. Y por haber estado metido en el asunto y con conocimiento de causa, en el fondo desearia que se levantase lo hecho, que dificilmente puede volver a su estado original, solamente para poner en evidencia a la Real Academia de la Historia y los defensores concretos de este asunto, no porque crea se hayan equivocado, sino por demostrar que sus planteamientos maximalistas hacen mas daño que bien, sin defender por ello lo que es fundamental: la HISTORIA. Nada de lo que defienden tiene interes para los simples mortales, que se supone es a los que en última instancia esa lo que deberian ir las obras humanas.
El suleo del presbiterio no seha destruido, se ha tapado; las lapidas alli existentes tienen un merito escaso artistico, siendo similares a las miles que hay por todas las iglesias; su situacion es anarquica, habiendo sido recolocadas en otro momento, por lo que no coinciden con los posibles cuerpos que alli debajo deberian estar, si es que estan; las necesidades liturgicas para las grandes celebraciones que en la catedral puedan realizarse, exigen un espacio amplio; etc, que no voy a repetir por tenerlo ya escrito y dicho. Pero un nefasto informe pericial de parte, y la dificil y a veces imposible aplicacion de la Ley de Patrimonio, diciendo que esos restos deben quedar vistos para contemplacion de todo el mundo, precedente si se realizase para que todos los pavimentos, entarimados y soleras que existen en muchisimas iglesia y edificios publicos a lo largo y ancho de España, se obligue a levantarlos, porque yo quiero verlos, aunque no lo haga nunca.
Trnscribo solamente algunos de los multiples articulos que publique en el DIARIO DE AVILA, y que no voy a repetir.
Ávila, 9 de julio de 2005
SI YO FUERA EL OTRO
Es un ejercicio que deberíamos hacer con mas frecuencia, para intentar comprender que piensa o que le pasa al otro, al vecino o al que está mas allá, cuando nos extraña su comportamiento, no para identificarnos con él, y tampoco para aceptar su pensamiento o acción concreta, sino para que mediante un honrado acto intelectual, contrastar nuestro propio saber y creencia, porque ademas de enriquecernos, acaso nos haga rectificar o por el contrario asentar mas firmemente nuestros principios. Este postulado que es extensible a cualquier acción humana, y mira que hay temas actuales para hacerlo, yo solo lo voy a centrar en mi tema monográfico: el presbiterio de la catedral de Ávila. Primera hipótesis: Soy un turista, con mi culturita media, que estoy en Ávila y voy a visitar la catedral en grupo y con un guía que nos va contando su historia, sus valores artísticos, el claustro, y en un momento determinado nos sentamos frente al retablo de Pedro Berruguete en la Capilla mayor pues la explicación así lo exige. Mi atención esta concentrada en el retablo, al que sigo en cada una de sus tablas; levanto la vista y veo unas preciosas bóvedas, sobre las que el guía nos da una ligera explicación constructiva, así como de la girola que veremos después. Veo unas buenas rejas de bronce, y un presbiterio preparado para el culto que parece ser ha tenido una reforma reciente. Pero mi interés esta en el retablo, en las vidrieras, y en las bóvedas con esa piedra tan rara. Lo demás, ni fu ni fa. Dicen que hay unas lápidas de obispos enterrados allí, pero la verdad, me da igual y no me interesan nada. Segunda hipótesis: Soy un historiador, y además amante de todo lo abulense. Veo que se hacen cosas en Ávila que no me gustan, y a veces se lo digo a los periodistas y a mis alumnos, pues creo que es mi obligación. El Obispo ha decidido hacer reformas en la capilla mayor de la catedral, ha suprimido la vía sacra, y ha tapado el suelo original con lápidas de obispos, el que yo conocía como histórico, con otro pavimento. Creo que la “atmósfera” que se respiraba en aquel ámbito ha desaparecido. Tal es mi indignación que se lo cuento a otras personas, entre ellas a miembros de Academias, para que con su poder se opongan a tales acciones, recogiendo mi denuncia y para que se llegue hasta donde haga falta, hasta pleitear con el Obispo y el Cabildo, y todos los que han autorizado estas obras. Van a saber quien soy yo frente a este Obispo que hace lo que le da la gana, y a mí ni me escucha. Tercera hipótesis: Soy el Obispo (en broma y como inciso, este periódico ya me hizo obispo) y veo que hay que solucionar ya, la provisionalidad de treinta años, del presbiterio de la catedral, según la normativa del Concilio Vaticano II, teniendo muy en cuenta las características, niveles y dimensiones de esta Capilla. Hago una propuesta razonada a la administración para mover las lápidas, que no es aceptada; mi segunda propuesta de protección de las mismas, es denunciada y me obligan a su derribo. Pido solución a una comisión de cuatro expertos imparciales con el fin de proteger lo que me dicen; la administración la aprueba y me congratulo de ello. Encargo a artistas reconocidos que me diseñen altar, sede y ambón, en sustitución de aquellos muebles provisionales. Me han denunciado, y me entristece; actúa de litigante la Real Academia de la Historia, y yo defenderé mi acción donde haga falta, aunque sea muy lejos. Siento que me trasladen, pero mis sucesores sabrán continuar con argumentos sólidos este proceso. Y yo ¿Qué pienso? Que al visitante no le importa si allí hay lápidas ni de quienes sean, pues ha visto miles iguales, y no afecta a su visita. Que el historiador se ha excedido en su celo abulense mezclando cierta desafección personal, que ha podido enconar su lucha en este tema, con la colaboración de algún académico, llevando la denuncia a una Academia de la Historia, que se ha pasado de largo en este minitema incrementado y discutible, obviando otros mas importantes de los que muchísimos están indignados. Que el Obispo, con un elevado grado cultural, hizo lo que creía, podía y debía hacerse sin dañar al Patrimonio. Que el tribunal de justicia, interpretando una ley civil, es decir laica, en el que ha pesado la Academia con su informe, y con visión sui generis de la liturgia, da una solución que puede terminar haciendo de este presbiterio un caos. Conclusión: mejor es no meneallo.
26 de julio de 2005
COMPARACIONES ODIOSAS
Situaciones similares, que no idénticas, de ahí que al compararlas haya que adjetivarlas como odiosas porque nunca podremos establecer un paralelismo total; y también porque alguien pueda sentirse aludido por creerse implicado, lo que puede hacerlas mas odiosas; pero por tener todas ellas cosas similares, hace que traiga aquí bien a mi pesar pero con la mejor intención tres, solamente tres, situaciones que se dan en Ávila y que tienen algún elemento común: La Catedral y la reforma del presbiterio de su Capilla Mayor; el Mercado Grande o Plaza de Santa Teresa y los edificios de Moneo; y el antiguo Monasterio de Santa Ana, ahora sede territorial de la Junta de Castilla y León, y la reforma de su capilla para salón de Actos. En el presbiterio de la catedral se hacen unas necesarias obras de adaptación a unas normas litúrgicas, y creyendo que se ha producido un atentado al Patrimonio, aunque sea discutible su absoluto valor histórico, pese a lo cual se salvaguarda, se monta un pitote y pleito contra el Obispo y la iglesia. En la Plaza mayor de Ávila, el que fuera Mercado Grande, entorno histórico entre las murallas y su puerta del Alcázar y la iglesia románica de San Pedro, se tiran edificios, se cambian normas urbanísticas, se excava y se levantan otros modernos edificios que no gustan casi a nadie, incluso con informes internacionales negativos, y no pasa nada ni aparecen esos influyentes denunciantes tan sensibles al patrimonio histórico abulense. Hay clamorosas denuncias públicas, pero no hay mas acciones, ni Academias ni académicos por medio que pleiteen contra unas Administraciones y unos promotores financieros poderosos, tal vez porque esté detrás el nombre de un arquitecto prestigioso u otros intereses. Comparación odiosa. En la Sede Territorial de la Junta de Castilla y León, antiguo e histórico Monasterio cisterciense de Santa Ana, transformado para oficinas publicas, en su iglesia se instala un moderno salón de actos, suprimiendo barreras arquitectónicas sin reparo en cargarse la molesta escalinata de acceso haciendo una rampa exterior; y desacralizada se mantienen algunos elementos religiosos como el retablo sin imágenes, como decorado fuera de contexto. Bajo su nuevo pavimento quedan las lápidas y enterramientos de personajes históricos locales, como la de la monja Maria Vela y Cueto, mística y mujer fuerte, emparentada con los Núñez Vela (cuya residencia-palacio es hoy la Audiencia Provincial), que tuvo el mal momento histórico de coincidir en el tiempo con la gran figura de Santa Teresa, por lo que ha quedado como de tercera fila. Que es seguro que estuvo allí enterrada bajo su lápida, no como puede ocurrir en el presbiterio de la Catedral donde las dudas son todas, quedó demostrado en la visita pastoral que realizó el obispo de la diócesis Don Santos Moro Briz, en el mes de noviembre de 1942, cuando aun era monasterio con monjas, que le pidieron autorización para levantar la lápida y cambiar las ropas al momificado cuerpo de la Venerable Maria Vela. Esta lápida, ha quedado oculta bajo una tarima pensada para no ser desmontada ni siquiera excepcionalmente, mientras que en la catedral si ha quedado prevista esta circunstancia si fuera imprescindible. Es mas, me llegaron noticias que esta lápida se había ofrecido a las MM. Cistercienses que ahora residen junto a la carretera de Sonsoles, por si se la querían llevar a su nuevo Monasterio, cosa que no entiendo, si esto es cierto, comparado con la negativa tajante bajo sanción, a mover las lápidas conmemorativas del presbiterio de la catedral. Otra comparación odiosa. Son solamente tres botones de muestra donde los raseros han sido muy distintos, lo que hace pensar que la justicia hay que buscarla muy pero que muy arriba. ¿Por qué será? ¿lo de la catedral es mas grave que lo del Mercado Grande o lo del salón de actos de la Junta? ¿Qué ahora todo es posible contra una iglesia debilitada y se hace la vista gorda si hay por medio políticos, banqueros o arquitectos de primera fila? ¿Qué todo es discutible y opinable, y los mas débiles pierden, mientras otros se quedan tan tranquilos o saben dar mejores pases a estos morlacos? El otro día escribía en estas página sobre lo que entendía por normal, y hoy pienso que lo normal es este incongruente mundo que nos ha tocado vivir, por muy anormal que sea. En consecuencia, un absurdo.
05 de septiembre de 2005
TOMAR POSTURA
El siempre ausente en los grandes acontecimientos de la vida de Jesucristo, el apóstol Tomas, no se creyó que aquel había resucitado, si el no le veía y le tocaba. Esta es la postura racionalista, del que no cree nada si no tiene una experiencia personal, casi siempre física, por los sentidos. Pero nosotros ¿de cuantas cosas tenemos una experiencia personal? No hace falta que hagan mucha memoria, porque les sobrarían dedos; la mayoría de nuestros conocimientos son indirectos, nos tenemos que creer lo que nos dicen y estar haciendo continuamente actos de fe. Este principio pueden aplicarlo a cualquier tema y actividad humana; algunos privilegiados pueden contrastar datos, ampliar sus conocimientos teóricos e incluso experimentales, comparar y decidir que es lo que les parece mas verosímil, pero la inmensa mayoría actuamos visceralmente, por sentimientos, por lo que nos parece, por lo que nos cae bien o mal, por aspectos la mayoría secundarios pero llamativos, por lo que le parece a aquel que suponemos sabe mas que nosotros, por lo que dicen los medios de comunicación, en especial la televisión que son, no se si para bien o para mal, los que crean hoy los estados de opinión. Y así llegamos a tomar postura sobre cualquier tema. Dejando las divagaciones genéricas, acerquémonos a cosas mas inmediatas. Por ejemplo usted opina sobre los edificios de Moneo en el Mercado Grande, los ha visto y toma postura sobre ellos, aunque posiblemente este influenciado por las opiniones de otros, como hemos dicho mas arriba; a unos les parece bien, a otros les da igual, y a otros les parece una monstruosidad. Pero ¿Cuántos conocen el presbiterio de la catedral? ¿Cuántos al menos han visto o recuerdan como era el anterior antes de la reforma? ¿Cuántos le han pisado, le han tocado, le han medido, le han estudiado? ¿Cuántos han dado una opinión valorativa en los aspectos estéticos o históricos? Dejemos aparte lo de la sentencia del contencioso que es una resolución judicial que poco tiene que ver con esta argumentación, pues su fundamento se basa en leyes civiles y no en otra cosa; sin embargo seguro que ustedes ya han tomado postura a favor o en contra ¿con que base? ¿de sentimientos viscerales a favor o en contra de la iglesia, o de algún obispo en concreto? ¿Porque ha intervenido la Real Academia de la Historia con todo su inmenso peso mediático? ¿Porque historiadores, académicos o comentaristas de arte, acaso prestigiosos y conocidos, han opinado, lo han denunciado, lo han aireado en todos los medios a su alcance, según su visión particular? ¿Porque no les gusta el de ahora, sin saber las razones de porque se ha hecho así? ¿conocen alguna otra opinión que discrepe de esos pareceres, y si la conocen, no la dan el mismo valor porque acaso no tiene el peso que la de aquellos señores? La toma de postura cuando se hace por sentimientos es muy difícil de cambiar, por muchos razonamientos que se hagan en sentido contrario. Además, el pleito contencioso administrativo sobre la reforma del presbiterio de la catedral, ha sido muy desigual en los planteamientos, unos defendiendo los presuntos valores históricos, muy discutibles; otros defendiendo el uso prioritario religioso y litúrgico según las normas de la iglesia. Tal disparidad de planteamientos lo resuelve el Tribunal de justicia intentando satisfacer a ambas partes, con una solución que puede llegar a ser un desastre si se llevase a cabo, y motivo para cerrar el presbiterio, por impresentable y antiestético, inutilizado para la liturgia, para dejar ver bajo un cristal, con luces ocultas, algo históricamente discutible y vulgar; y sin tomar ninguna postura clara, buscando el resquicio para salir, no se si airosamente del pleito, interpretando una ley civil, la Ley del Patrimonio histórico nacional, que puede ser muy legal, pero, entiéndanme los juristas, no resuelve el meollo de la cuestión, pues no se ha estado contrastando aspectos de la misma naturaleza. Tomar postura es comprometerse, y a su defensa si fuera preciso. Esto posiblemente hoy no se lleva, se pasa de todo; pero sin darnos cuenta, con esta postura “pasota” se esta escribiendo la historia actual, pues los mas arriesgados en los planteamientos, que suelen ser los mas activos, si tienen tomada postura, aunque sea equivocada.
23-abril.-2005
SENTENCIA PARA TEMBLAR
El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha dado una sentencia sobre el pleito promovido por la Real Academia de la Historia oponiéndose a las obras de reformas en el presbiterio de la Capilla mayor de la Catedral del Salvador, de Ávila. El acatamiento de la sentencia es un acatamiento a la Justicia, con mayúscula, porque aun creemos en ella, pero ello no quiere decir que se esté de acuerdo, lógicamente desde la parte perdedora; y con libertad de expresión respetuosa pero firme, sin desacato, me he de manifestar, porque las cosas no son tan simples. La sentencia es para temblar por el precedente que crea, y no solamente para este minúsculo problema situado en Ávila, sino para todas las iglesias de España y también edificios ahora de uso civil, a los que se ha querido acondicionar para actividades públicas, de acuerdo a los tiempos en que vivimos. Usted lector de periódicos, como es lógico, solo llegará a tener conocimientos parciales de cualquier tema, y se podrá creer o no lo que le cuenten según su saber e inclinaciones, pero puede aplicar en este caso su sentido común, y si es creyente, algo mas. Hay defensores del Arte y de la Historia, y deben existir para denunciar hechos abusivos, como los destructivos o hechos con mala o negligente intención por intereses bastardos, sean de particulares o de instituciones públicas. Pero cuando esta pureza de intención no se da, o existen interferencias politizadas o desafecciones personales, se ha perdido toda la carga de un buen hacer, para convertirlo en una bomba de resultados imprevisibles, que los promotores ni imaginaron, o acaso les importe un bledo. Y la Academia de la Historia ¿quedará satisfecha?. La sentencia condiciona la contrarreforma del presbiterio de la catedral, al fin social de la visión de las lápidas que allí existen. E independientemente del muy discutible valor histórico, y no digamos artístico, cualquier otra actividad, incluida la litúrgica, todo queda condicionado a esa visión. ¿se imaginan este precedente legal y que alguien pida que se levanten las tarimas de las iglesias y de centros públicos (incluido el reciente Salón de Actos de la Delegación de la Junta de Castilla y León, en la antigua iglesia del Monasterio de Santa Ana), para dar satisfacción morbosa de ese mal entendido fin social de poder contemplarlas? Pero el sabio tribunal, agarrando una idea lanzada en el informe pericial, ni preguntada ni estudiada, lo soluciona salomonicamente diciendo: póngase un piso de cristal. Y aunque esto fuera posible, que es dudoso y siempre con serias dificultades técnicas y de espacios, imagínense todos los presbiterios, naves, salones de actos, con piso de cristal como si de discotecas se tratara. ¿se lo imaginan? Pues esa es la sentencia, que además dice que no es recurrible. ¿a quien habría que recurrir entonces? No deseo repetir polémicas estériles, tema manido, si la historia se puede parar en un momento determinado, porque ese es el punto final, y no hay un antes o eso no importa, y no habrá un después, porque ahí se acabó; o por el contrario, se pueden hacer aportaciones según el tiempo presente, siempre desde la sensibilidad y conocimientos, que no los tienen excátedra personas o instituciones formadas por seres humanos, con sus debilidades. A nadie se le ocurre tocar Las Meninas de Velázquez, porque ese cuadro es así, y así será; ni un incunable impreso a finales del siglo XV, porque así es y así será; son cosas cuyo ser acabó en ellas mismas. Pero un edificio con vida ¿ha de quedar ya como un barco anclado porque alguien ha dicho que el reloj se paró a las doce del mes de abril del siglo XVI? Se aceptan unas cosas y no se aceptan otras, se ve bien que haya calefacción, o megafonía, o instalaciones eléctricas, no de velas, o seguridad, o eliminación de barreras arquitectónicas suprimiendo escaleras, o buenos aseos higiénicos en edificios de cualquier época, y no se acepta que por necesidades del día de hoy, haya que adecuar con el máximo respeto al ayer, que de eso no quede la menor duda, para que espacios y edificios sigan vivos, sin destruir nada que tenga un irrecuperable valor histórico-artístico. Así se hizo en la Catedral, pero a la Academia de la Historia la hicieron creer otra cosa. El Tribunal que la da la razón a medias, es terrible por el precedente creado. Ahora queda la reacción de las instituciones oficiales, incluso Junta de Castilla y León, y Conferencia Episcopal. Ávila sola, no.
martes, 12 de febrero de 2008
jueves, 7 de febrero de 2008
SONRIA, MAÑANA PUEDE SER PEOR
Avila, 20 de noviembre de 2005
Este es el principio filosófico de Murphy, del que seguramente conocen ya sus famosas Leyes. Y ¿quién es Murphy? Pues todos y nadie; es la voz de la experiencia, de los que observan que hay cosas que ocurren sin ninguna razón lógica, pero que suceden, y recopiladas como constantes invariables, son llevadas después a la letra impresa, los demás las leemos, y decimos, ¡pues es verdad! Arthur Bloch las recogió en un librito, del que debe haberse publicado ya varias decenas de ediciones en todo el mundo, y como dice en el prólogo, “es un compendio de la sabiduría de tecnólogos, burócratas, humanistas y observadores antisociales mas deliciosamente dementes”, libro que se expande pues está abierto a mas incorporaciones de todo el que sea observador, pues “una vez abierta una lata de gusanos, la única manera de volver a enlatarlos es usar una lata mayor”.
Todo este conjunto de leyes, corolarios, axiomas, postulados, paradojas, teoremas, reglas, comentarios, de muchos “sabios” que han ido trasmitiendo esta sabiduría práctica, de cosas que no obedecen a leyes lógicas, ni científicas, ni morales, simplemente son, suceden, tal vez impregnadas de un cierto pesimismo propio de lo inevitable, como si la fatalidad fuera la diosa de estos sucesos; al leerlas nos hacen sonreír, y nos dejan el poso de creer que existe algo en las cosas que suceden sin que la razón sepa por qué.
Se abre el librito con la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Pesimista ¿verdad?; pero si una tostada untada va al suelo, siempre cae por el lado de la mantequilla ¿Por qué? Se han ido acumulando tantas observaciones demenciales, en su acepción de incomprensibles, que se han agrupado en capítulos que tienen cosas en común. Y acaso muchas podríamos aplicarlas a lo que está sucediendo a nuestro alrededor, cosas que no parecen lógicas, pero que alguna explicación habrá, y por eso, yo al menos, la busco en las Leyes de Murphy como distracción, pues buscar lo lógico es como buscar la cuadratura del circulo, un imposible. Quiero compartir con ustedes algunas de estas perlas que he seleccionado, pero la interpretación es suya.
Ley de Murphy sobre el Gobierno: Si algo puede ir mal, lo hará por triplicado. Teorema de Ginsberg:1. Usted no puede ganar. 2. Tampoco puede empatar. 3. Ni siquiera puede abandonar el juego.
Ley de Parson: Nadie es tan feo como está en la foto del DNI.
Ley de Flugg: Cuando se necesita tocar madera es cuando nos damos cuenta que el mundo esta compuesto de aluminio y vinilo.
Ley de Whistler: Nunca se sabe quien tiene razón, pero siempre se sabe quien manda.
Ley de Wellington sobre la autoridad: La crema sube a la superficie. La mierda, también.
Máxima de Match: Un tonto en una posición elevada es como un hombre en la cima de una montaña. Al segundo, todo le parece pequeño; y él le parece pequeño a todo el mundo.
Ley de Truman: Si no les puede convencer, confúndalos.
Ley de la salchicha: Hay personas a quienes les gustan las salchichas y respetan las leyes y es debido a que no han visto como se elaboran ninguna de las dos cosas. Los dos principios políticos de Todd: 1. Le digan lo que le digan, no es toda la verdad. 2. Hablen de lo que hablen, hablan de dinero.
Consuélense con la paradoja de Siverman: Si la Ley de Murphy tiene que salir mal, saldrá mal.
Esta sabiduría contestaria es interminable. Acuérdense del encabezado de este artículo; la sonrisa es algo que no podemos perder, pese a que alguien se empeñe en lo contrario.
Este es el principio filosófico de Murphy, del que seguramente conocen ya sus famosas Leyes. Y ¿quién es Murphy? Pues todos y nadie; es la voz de la experiencia, de los que observan que hay cosas que ocurren sin ninguna razón lógica, pero que suceden, y recopiladas como constantes invariables, son llevadas después a la letra impresa, los demás las leemos, y decimos, ¡pues es verdad! Arthur Bloch las recogió en un librito, del que debe haberse publicado ya varias decenas de ediciones en todo el mundo, y como dice en el prólogo, “es un compendio de la sabiduría de tecnólogos, burócratas, humanistas y observadores antisociales mas deliciosamente dementes”, libro que se expande pues está abierto a mas incorporaciones de todo el que sea observador, pues “una vez abierta una lata de gusanos, la única manera de volver a enlatarlos es usar una lata mayor”.
Todo este conjunto de leyes, corolarios, axiomas, postulados, paradojas, teoremas, reglas, comentarios, de muchos “sabios” que han ido trasmitiendo esta sabiduría práctica, de cosas que no obedecen a leyes lógicas, ni científicas, ni morales, simplemente son, suceden, tal vez impregnadas de un cierto pesimismo propio de lo inevitable, como si la fatalidad fuera la diosa de estos sucesos; al leerlas nos hacen sonreír, y nos dejan el poso de creer que existe algo en las cosas que suceden sin que la razón sepa por qué.
Se abre el librito con la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Pesimista ¿verdad?; pero si una tostada untada va al suelo, siempre cae por el lado de la mantequilla ¿Por qué? Se han ido acumulando tantas observaciones demenciales, en su acepción de incomprensibles, que se han agrupado en capítulos que tienen cosas en común. Y acaso muchas podríamos aplicarlas a lo que está sucediendo a nuestro alrededor, cosas que no parecen lógicas, pero que alguna explicación habrá, y por eso, yo al menos, la busco en las Leyes de Murphy como distracción, pues buscar lo lógico es como buscar la cuadratura del circulo, un imposible. Quiero compartir con ustedes algunas de estas perlas que he seleccionado, pero la interpretación es suya.
Ley de Murphy sobre el Gobierno: Si algo puede ir mal, lo hará por triplicado. Teorema de Ginsberg:1. Usted no puede ganar. 2. Tampoco puede empatar. 3. Ni siquiera puede abandonar el juego.
Ley de Parson: Nadie es tan feo como está en la foto del DNI.
Ley de Flugg: Cuando se necesita tocar madera es cuando nos damos cuenta que el mundo esta compuesto de aluminio y vinilo.
Ley de Whistler: Nunca se sabe quien tiene razón, pero siempre se sabe quien manda.
Ley de Wellington sobre la autoridad: La crema sube a la superficie. La mierda, también.
Máxima de Match: Un tonto en una posición elevada es como un hombre en la cima de una montaña. Al segundo, todo le parece pequeño; y él le parece pequeño a todo el mundo.
Ley de Truman: Si no les puede convencer, confúndalos.
Ley de la salchicha: Hay personas a quienes les gustan las salchichas y respetan las leyes y es debido a que no han visto como se elaboran ninguna de las dos cosas. Los dos principios políticos de Todd: 1. Le digan lo que le digan, no es toda la verdad. 2. Hablen de lo que hablen, hablan de dinero.
Consuélense con la paradoja de Siverman: Si la Ley de Murphy tiene que salir mal, saldrá mal.
Esta sabiduría contestaria es interminable. Acuérdense del encabezado de este artículo; la sonrisa es algo que no podemos perder, pese a que alguien se empeñe en lo contrario.
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